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Las excavaciones


LAS PRIMERAS EXCAVACIONES


La primera persona que excavó las ruinas de Pompeya fue un militar de Zaragoza, llamado José Joaquín de Alcubierre. En el año 1748, Joaquín intentó entrar con su equipo la capa de lava que cubría a Herculano. Más tarde desvió sus investigaciones hacia Pompeya, y Carlos III, el Rey en ese año, lo apoyó con mucho entusiasmo. Sus excavaciones duraron 32 años, en los cuales destapó los edificios más importante de la ciudad. Pese a esto, fue muy criticado por su durísimas persecuciones y condenas a los ladrones de arte que entraban en la excavación.


En el año 1863 el arqueólogo Giuseppe Fiorelli inventó un método para conservar los cuerpos de los habitantes de Pompeya: Cuando el arqueólogo está excavando, se da cuenta que hay una cavidad, en cuyo interior se encuentran restos humanos con su forma natural; entonces, por el agujero derrama yeso líquido. Como esta cavidad conserva la forma original del cuerpo, al solidificarse el yeso queda con la forma del cuerpo, como la foto que vemos en la parte superior. Algunas de estas figuras se exponen en el museo construido en Pompeya, cerca de Porta Marina, una de las ocho puertas de la ciudad.

En 1912, en una calle que unía la strada dell' Abbondanza con el anfiteatro se encontraron varias casas, cada una con un balcón en el primer piso, de 6 m de largo por 1,5 m de ancho. Los ataques aéreos durante la II Guerra Mundial dañaron gravemente algunas de las ruinas que han sido restauradas. Continuamente se realizan más excavaciones. Aún queda una cuarta parte de la ciudad sin excavar, y la mayor parte de la zona continúa sepultada por tierra amontonada durante las excavaciones más antiguas.

Entre los aspectos más importantes de los descubrimientos destaca el grado de conservación extraordinario de los objetos encontrados. La lluvia de cenizas húmedas que acompañó a la erupción formó un sello hermético sobre la ciudad, conservando muchas estructuras públicas, templos, teatros, termas, tiendas y casas particulares. Además, entre las ruinas se encontraron los restos de más de 2.000 víctimas del desastre, incluidos varios gladiadores encadenados para que no se escaparan o se suicidaran. Las cenizas, mezcladas con la lluvia, se depositaron alrededor de los cuerpos, tomando su forma y éstos se conservaron aún después de que se convirtieran en cenizas.

LA DAMA DE LOS HUESOS




Uno de los personajes más míticos en cuanto a la arqueología de Pompeya es la estadounidense Sara Bisel, más conocida como La Dama de los Huesos: esta mujer inició los trabajos que le hicieron famosa en Herculano, y la razón de su fama es que con tan sólo un hueso es capaz de sacar increíbles conclusiones. Por ejemplo, el hueso de la izquierda es un hueso pélvico. Bisel, sólo con este hueso, es capaz de decir que perteneció a una joven de unos 27 años que tuvo 2 ó 3 hijos... increíble. Ella ha pasado muchos años de su vida juntando fragmentos de huesos de personas muertas a causa de la erupción del Vesubio.

. Daños sísmicos y volcánicos


Un importante área de las investigaciones se centra en las estructuras que estaban siendo restauradas durante la erupción (presumiblemente dañadas en el terremoto del año 62). Algunas de las pinturas antiguas dañadas pudieron ser cubiertas con nuevos frescos, y se utilizan modernos instrumentos para analizar las pinturas ocultas. La razón más probable por la cual esas estructuras todavía estaban siendo reparadas 10 años después del terremoto era la creciente frecuencia de pequeños temblores que precedieron a la erupción.


Durante las excavaciones, ocasionalmente eran hallados huecos en la ceniza que habían contenido restos humanos. En 1860, el arqueólogo italiano Giuseppe Fiorelli sugirió rellenar estos huecos con yeso, obteniendo así moldes que mostraban con gran precisión el último momento de la vida de los ciudadanos que no pudieron escapar a la erupción. En algunos de ellos la expresión de terror es claramente visible. Otros se afanan en tapar su boca o la de sus seres queridos con pañuelos o vestidos tratando de no inhalar los gases tóxicos, y alguno se aferra con fuerza a sus joyas y ahorros. Tampoco falta quien prefirió ahorrarse el tormento quitándose la vida, conservándose su cuerpo junto a pequeñas botellitas que contenían veneno. Los perros guardianes siguen encadenados a las paredes de las casas de sus amos, al igual que los gladiadores del anfiteatro (en este último caso, acompañados de una misteriosa mujer cargada con todas sus joyas de gala).

El número actual de víctimas detectadas es de unas 2000, y es de esperar que aparezcan muchas más en las partes de la ciudad que todavía no han sido excavadas.


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