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Arco apuntado


Arco apuntado



El arco apuntado es uno de los elementos técnicos más característicos de la arquitectura gótica y vino a suceder al arco de medio punto, propio del estilo románico. El arco apuntado, a diferencia del arco de medio punto, es más esbelto y ligero por transmitir menores tensiones laterales, permitiendo adoptar formas más flexibles, resulta más eficaz, pues gracias a su verticalidad las presiones laterales son menores que en el arco de medio punto, permitiendo salvar mayores espacios. Durante el gótico el arco apuntado mostró variantes como el arco conopial durante el denominado gótico flamígero o el arco Tudor, durante el denominado gótico perpendicular inglés.




PUERTAS


En las puertas y la fachada despliega el arte gótico toda su magnificencia y su concepción teológica. La portada gótica admite la misma composición fundamental de forma abocinada, que la románica pero se multiplican las arquivoltas y se añade una mayor elevación de líneas con más riqueza y finura escultórica guardando siempre en arcos y adornos la forma propia del nuevo estilo. Encima de la puerta suele colocarse un elevado gablete.


Las portadas más suntuosas llevan imágenes de apóstoles y de otros santos bajo doseletes entre las columnillas (y a menudo, también otras menores entre las arquivoltas) flanqueando el ingreso el cual está dividido por un parteluz que sirve de apoyo a una estatua de la Virgen María o del titular de la iglesia.


Las iglesias del Cister y otras menores que se modela a imitación suya carecen de imaginería en la portada, la cual se compone del grande arco abocinado y decorado con simples baquetones y alguna ornamentación vegetal o geométrica. La finura en la ejecución de la obra escultórica y la multiplicación progresiva de las columnillas y molduras con el adelgazamiento de ellas, denuncian mejor que otras las señales de la época de la construcción de las portadas. Pero las del último periodo desde mediados del siglo XV se reconocen sobre todo por la multitud y pequeñez de los detalles por la arquivolta conopial, cargada de frondas retorcidas y por otros ornamentos de la época.


Estructura general


El nuevo sistema constructivo, eficiente y ligero en su conjunto, permitió elevar los edificios hasta alturas inimaginables, colmando una de las aspiraciones históricas tanto de la arquitectura como de la religión.


La estructura general interior de una iglesia gótica se infiere de todo lo dicho sobre la planta, bóvedas y pilares, siendo de notar que el paramento lateral en las grandes iglesias se halla dividido en siete zonas:


  • la inferior consta de la arcada que separa las naves laterales o las capillas
  • la media, formada por el triforio que en el estilo gótico es mucho más estrecho que en el románico
  • la superior que contiene los grandes ventanales, el claristorio
  • la media superior
  • la media inferior
  • la intermedia
  • la continental.


Unas iglesias alzan todas sus bóvedas a igual altura (o al menos la nave central y laterales inmediatas) y otras (lo más común) presentan mucho más bajas las naves laterales lanzándose por encima de éstas los arbotantes. El exterior del edificio suele acusar la estructura interna de modo que la fachada viene a ser como una sección transversal de las naves. El imafronte se constituye por las tres hermosas portadas correspondientes a las tres naves y entre ellas, los contrafuertes que resisten el empuje de las arcadas. Encima de las puertas corre una galería que responde a los triforios interiores. Se abre más arriba un rosetón calado y remata el frontispicio en gablete o en ático de hermosa crestería. Las empinadas torres, con sus atrevidas flechas que terminan y guardan los costados de la fachada; los pináculos y doseletes que animan el contrafuerte; las estatuas y relieves que pueblan las entradas y los tímpanos. Todo, en fin, contribuye a causar la impresión de una religiosidad sublime



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